Sin caer en el olvido: Ejemplos de resistencia indigena
- Estela Verdejo
- 19 may
- 5 Min. de lectura

El proceso de conquista del oeste norteamericano se realizó a expensas de los pueblos amerindios que poblaban aquel territorio, esto es algo que ya hemos visto anteriormente en “Little Big Horn: Los indios como los eternos perdedores” y demás episodios de violencia hacia los indígenas; sin embargo es importante que no nos quedemos con un mensaje demasiado amargo y que exploremos algunos ejemplos de resistencia amerindia. Considero esto importante por dos motivos, en primer lugar es necesario reconocer la existencia de estos ya que son parte de la historia americana y en segundo lugar es importante no caer en el error de contemplar a los amerindios como sujetos pasivos, a través del estudio de estos episodios de respuesta colectiva y organizada es que podemos dotar, a la hora de aproximarnos a la historia, a los nativos americanos como individuos, y grupos, con agencia propia.
Los apache fueron un grupo de naciones indígenas pertenecientes a la familia de lenguas atapascana, que habitaron el territorio este de Arizona, el norte de Sonora, Nuevo León, Nuevo México, Texas y parte de las Grandes Llanuras, lo que se conoce como la “Apachería”, aunque originalmente procedían de la zona de Canadá. En su mayoría eran cazadores y recolectores, pese a que algunos grupos, como los lipanes y los jicarillas. Estos han pasado a la historia como una de las naciones indias más beligerantes de toda la historia de la colonización del continente americano; ya desde el dominio español estos estuvieron enzarzados con los apaches en varios conflictos a lo largo de los siglos XVI y XVII. Ya entrado el siglo XIX el gobierno mexiano inició un proceso para combatir y “pacificar” los territorios apache; con el ecuador de siglo y la incorporación de Texas al territorio político estadounidense el territorio apache quedó dividido por una serie de motivos políticos sobre los que estos no tenían ningún tipo de control.
Las relaciones entre los apaches, Estados Unidos, México e incluso otras tribus indias fueron complicadas; los apache eran una tribu particularmente beligerante, como ya hemos dicho, por lo que a lo largo del siglo XIX los intentos de exterminarlos por parte de ambos estados. La imagen que podéis contemplar más arriba pertenece a Gerónimo, el jefe apache más conocido, y una de las figuras amerindias más recordadas de este periodo en parte también por lo dramático de su vida. Gerónimo había perdido a su hermana, a sus esposa (dos veces) y a sus hijos a manos del ejército mexicano. Este fue el continuador espiritual de lo que se conoció como las “Guerras apaches” (1861-1869) entre apaches y estadounidenses por la intromisión de soldados en el territorio apache después de la anexión del territorio mexiano. Gerónimo abandonó la reserva de San Carlos y dirigió numerosos ataques a convoyes y colonos, lo que provocó que tanto soldados estadounidenses como mexicanos intentarán capturarle, lo que lograron en 1886 tras ocho años activo. Gerónimo fue finalmente atrapado y los apaches, tanto los que fueron hostiles a Estados Unidos como lo que se habían aliado con ellos fueron mandados a una reserva en Florida, donde se produjeron muertes debido a las pésimas condiciones de esta. Gerónimo fue encarcelado tres años y después vilipendiado por el gobierno, obligado a comportarse como un “indio ejemplar” y ridiculizado en diferentes exposiciones como la Exposición Universal de San Luis (1904) y la Exposición Panamericana de Búfalo (1901).
Sin embargo, los apache no fueron los únicos que se resistieron al proceso de colonización, los indios cheyenne del norte protagonizaron entre 1878 y 1879 una marcha / huida desde Fort Reno hasta el territorio de Montana. Un grupo de unos 970 civiles cheyenne habían sido trasladados desde Fort Robinson a la reserva de Fort Reno en 1877. Los cheyenne eran un grupo indio que para el siglo XIX habitaban las región de las Grandes Llanuras, pese a que originalmente procedían del noroeste del continente norteamericano. Sobrevivían esencialmente de la caza del bisonte americano, como los sioux, y estaban divididos en los cheyenne del norte y los cheyenne del sur; los primeros mantenían estrechas relaciones con los sioux hasta el punto de estar su idioma muy influido por el de estos. Sin embargo estos cheyenne del norte se unieron al bando de Crazy Snake y Sitting Bull en la guerra de Black Hills, luchando junto a estos en la batalla de Little Big Horn, que vimos en el anterior apartado. Pese a la victoria el ejército estadounidense redobló esfuerzos en someter a los cheyenne del norte, con más virulencia que antes, hasta que finalmente cuatro de sus líderes de los cheyenne del norte, Dull Knife, Little Wolf, Standing Elk y Wild Hog.
Durante el trayecto hacia Fort Reno murieron ancianos y algunos más jóvenes dieron media vuelta, sin embargo la situación no mejoró demasiado en llegar a su destino. Las condiciones de vida de los cheyenne eran paupérrimas en este lugar, ni siquiera tenían permitido cazar para intentar proveer al grupo del tan necesario alimento; una vez se les concedio el permiso para caza no encontraron mas que un erial poblado por esqueletos de búfalo; el delicado equilibrio natural en el que estos animales vivían había sido destruida por el hombre, y los que no sucumbieron a las balas terminaron por prácticamente extinguirse. Ante este panorama tan desolador provocado por la falta de alimento y la extensión de enfermedades los jefes de los cheyenne del norte comenzaron a discutir y planificar la huida hacia Montana. Esta finalmente se consumará el 10 de septiembre de 1878. Su huida se convirtió en un suceso extremadamente mediático, el cual la prensa de la época magnificó y manipuló. A lo largo de su éxodo lucharon varias veces contra el ejército estadounidense en las batallas de Turkey Springs y Punished Womans Fork y lograron escapar en ambas ocasiones, aunque con bajas civiles por el camino.
Finalmente estos se dividieron en dos grupos, uno dirigido por Dull Knife, que, en pleno invierno y con carencias alimentarias, fueron sorprendido por el ejército y llevados a Fort Robinson, donde se les obligó a volver al sur, pero estos se negaron por lo que decidieron escaparse la noche del 9 de enero, siendo descubiertos y muchos de los civiles cheyenne masacrados por las tropas estadounidenses. La banda de Little Wolf, por otro lado, continuaron la travesía hacia el norte, donde fueron sorprendidos por unos scouts y, tras una negociación, acabaron rindiéndose y uniéndose a los scouts. El éxodo cheyenne acabó en 1884, cuando se estableció la Reserva india de los cheyenne del norte, en el territorio de Montana.
No debemos caer, sin embargo, en el tópico del “buen salvaje” e idealizar como si nada este tipo de episodios de rebeldía; el propio Gerónimo, por ejemplo, estuvo dispuesto a aliarse con Estados Unidos para atacar a los mexicanos, dado que su odio estaba principalmente dirigido a estos, y los apaches también eran despreciados por otros indios debido a su belicosidad; más tampoco se debe justificar bajo ningún concepto las acciones de limpieza étnica y dinámicas colonizadoras de un estado sobre otro grupos ni tampoco minimizar su impacto.
Bibliografía empleada:
Brown, Dee. Enterrad mi corazón en Wounded Knee. Traducido por Carlos Sánchez Rodrigo. Madrid: Turner Libros, 2012.
Rubio Hernansáez, Luis, Luis Miguel Carmona y José Luis Mena. El cine sobre pieles rojas y su verdadera historia. Madrid: Cacitel, 2003.
Dunbar Ortiz, Roxanne. La historia indígena de Estados Unidos. Traducido por Nancy Viviana Piñeiro. Madrid: Capitán Swing, 2018.
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